La Renta Básica Incondicional no es la panacea, no es un milagro que va a arreglar todas las vicisitudes de toda la gente, no. La RBI es un paso más hacia una vida con derechos de supervivencia.
En 15 años, la violencia no ha remitido, sino que ha ido en aumento. De 2002 a 2017 la violencia contra las mujeres se ha duplicado en la CAPV, llegando a alcanzar a casi 5000 mujeres, según datos del Instituto Vasco de la mujer, Emakunde, que recoge violencias de pareja/ex pareja, intrafamiliar y de libertad sexual.
Sin embargo, en noticias de RTVE escuchamos que “casi el 60% de las mujeres que sufrieron un desenlace fatal a manos de sus parejas o ex parejas no había denunciado a su maltratador”. Eso quiere decir, que en la CAPV, al menos, hay casi 10.000 mujeres con posibilidad de sufrir violencia.
Estas mujeres que están siendo violentadas, en muchas ocasiones, no pueden huir de esa violencia, al no contar con los medios y recursos mínimos para poder independizarse de sus parejas e irse a vivir lejos de ellas. Con la Renta Básica Incondicional, al recibir, sin ningún requisito, unos ingresos de 900€ al mes, podrían tener una oportunidad de cambiar de hogar y vivir una vida sin violencia. Con la RBI tendrían más autonomía, más poder de decisión y más libertad.
Pero en Euskadi vivimos cerca de 1.119.441 mujeres, según fuente del Eustat, y no creo que todas estén viviendo una vida elegida libremente para disfrutarla. Quiero decir, que seguro que hay mujeres vascas que nos les llega a fin de mes y hacen milagros para sostener el hogar. La Renta Básica Incondicional les daría más seguridad y tranquilidad. Habrá mujeres que realizan trabajos de cuidados dentro de casa sin ningún tipo de empleo, y que por fin recibirán unos ingresos que podrán disfrutar, simplemente por el hecho de ser personas. La RBI nos aleja de la pobreza.
Y también habrá mujeres trabajadoras que reducirían su jornada laboral para tener más tiempo. La RBI creará más empleos y la posibilidad de elección de mejores empleos frente a la mayor precariedad de los empleos de las mujeres.
Mujeres migrantes, racializadas que poseen empleos de miseria y hasta explotación en algunos casos, podrían tener un poder de negociación y de condiciones de contratos, para tener un mayor reconocimiento del trabajo esencial de cuidados que realizan.
Quizá haya mujeres que decidan dejar su empleo y no trabajar más, ni en casa ni fuera de casa, y digo quizá porque ninguna encuesta lo confirma. Las mujeres han venido trabajando gratuitamente durante cientos de años, ¿qué no serán capaces de hacer con unos ingresos mínimos?
Qué hacer con ese tiempo cada persona lo decidirá. Quizá algunas lo dediquen a la creatividad, otras al cuidado y formación de sus hijos e hijas, otras al estudio, otras al cuidado de sus padres o madres mayores, o sencillamente a disfrutar de la vida. La sociedad no sólo la cambian los políticos. Hace falta un trabajo voluntario de activismo y de defensa de lo colectivo para ir planteando mejoras de cambios sociales. El crecimiento personal de formación y relaciones y de autoconocimiento exige también un tiempo que la RBI nos puede proporcionar. La RBI nos regala tiempo. Tiempo para que lo dediquemos a lo que más deseemos, y las mujeres estamos muy necesitadas de él.
Pero, además, la Renta Básica Incondicional no es solamente para las mujeres, sino para toda persona, hombres o mujeres, a quienes se les reconoce el derecho a existir cubriendo sus necesidades mínimas.
La Renta Básica Incondicional no es la panacea, no es un milagro que va a arreglar todas las vicisitudes de toda la gente, no. La RBI es un paso más hacia una vida con derechos de supervivencia, un paso más hacia una vida más lenta, más sencilla y más gratificante, en definitiva, hacia una vida más digna.
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